El autor lamenta que, en la hora de los arqueos contables, las planificaciones y hasta de la genuina ingeniería social, haya palabreros que deben pilotar decisiones que no abandonan la agitación y la propaganda
Ojalá esta pesadilla, que se va a llevar a tantas vidas por delante, se lleve también tanta palabrería hueca y recuperemos la dignidad de las palabras sencillas, “secas como el esparto”.Sí, la España de Cervantes.
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El Mundo (10.04.2020)