Archivos del Autor: Félix Ovejero

¿Y si el problema no es el nacionalismo?

¿Y si el problema no es el nacionalismo?

La competencia entre comunidades desarma a los poderes públicos. El tan elogiado federalismo, con frecuencia, es la vía más rápida para desmantelar la hacienda común.

Cuando Mozambique se independizó de Portugal, el portugués casi desapareció del país africano. Expulsados los nativos portugueses, sólo un 5% lo usaba como segunda lengua. Desde entonces los mozambiqueños han ido abandonando sus lenguas nativas (bantúes) en favor de la metropolitana: actualmente el 50% de la población sabe hablar portugués (el 80% en zonas urbanas). La operación fue obra del gobierno izquierdista del FRELIMO. En previsión de que se disparen los anticuerpos contra la ingeniería social, recuerden que el proceso fue un calco de la consolidación del español en América después de la independencia, protagonizado por las nuevas élites dirigentes, o de aquel otro, anterior, en la Revolución francesa, cuando se impuso el francés, lengua de apenas un tercio de la población.

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¿De quién es la bandera de España?

¿De quién es la bandera de España?

Esa voluntad de evitar que, quien sea, muestre la bandera constitucional solo tiene una explicación: les molesta

Sucede cada vez que la derecha se manifiesta: la izquierda reinante les reprocha que «se apropia de la bandera». No lo entiendo. La idea de apropiarse de la bandera tiene el mismo sentido que «la caspa del teorema de Pitágoras» o «la locuacidad del jamón». Ninguno. Porque no hay manera de adueñarse de una bandera.

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¿No hay otra izquierda?

¿No hay otra izquierda?

Para reconstruir una tradición política como la izquierda hay que hacer un ejercicio de depuración de su historia: identificar su esqueleto conceptual y averiguar cómo traducir sus principios clásicos en proyectos

Son pocos los gobernantes que en nuestro tiempo se refieren a sí mismos como dictadores. Eso quiere decir que hasta el déspota más despiadado honra los valores democráticos o liberales, esto es: reconoce un común paisaje político-moral susceptible de ser invocado. Esa circunstancia abre la posibilidad del debate; por ejemplo, de la crítica: «Eso no es una verdadera democracia». No es poca cosa.

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El peligro de los intelectuales

El peligro de los intelectuales

Si hay que tasar el compromiso de los intelectuales con sus ideas, es preciso indagar cuánto les cuesta sostenerlas. Algunos, al elegir, a la vez rechazan futuras biografías: un premio Cervantes o un príncipe de Asturias…

Sin darse cuenta, uno llega a una edad en la que le cae la etiqueta de «referente». En estos casos, reacciono como Arcadi Espada cuando le llamaron «fascista» en mi universidad: me vuelvo en busca del referente, a ver si me guía a mí también, para acabar descubriendo que el referente soy yo. La situación me incomoda. A diferencia de Sánchez, no aspiro al mármol. A duras penas me veo capaz de gestionar mis tribulaciones, como para ser ejemplo de nada.

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Cuando los ofendidos no se ofenden

Cuando los ofendidos no se ofenden

Bildu no invocó la cláusula habitual woke de los agraviados: “Has herido mis sentimientos y, por tanto, debes callar”. Se ofendieron todos los demás en nombre suyo

Por más vueltas que le doy, sigo sin entender el escándalo que se organizó a cuenta de la calificación de «filoetarras» dirigida a los representantes de EH Bildu. El vínculo personal entre ETA y los dirigentes de Sortu es material, personal. Y el práctico, pues indiscutible: si llamamos «bibliófilos» a aquellos que miman los libros, parece justificado hablar de «filoetarras» para referirnos a quienes homenajean a etarras. Reparen en que el trato que dan a estos nada tiene que ver con la razonable alegría que pueden experimentar los familiares de un violador cuando sale de la cárcel. En el caso de Bildu se honra al delincuente por su delito. Se aprecia su acción. Por ello se lo agasaja. Lo contrario de lo que sucede con el violador.

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El poder corruptor de los barones

El poder corruptor de los barones

El cuento de los Lambán, Page y compañía es conocido: el mismo de la historia entera del PSC

La mejor predicción política de nuestra historia reciente no salió de la boca de nadie que viviera de la ciencia política, sino de una mujer ajena al mundo académico, Pilar Ruiz, socialista y vasca, cuyo hijo murió asesinado por la organización terrorista ontológica y filogenéticamente entrañada en organizaciones políticas que sostienen al Gobierno socialista: “Patxi, ya no me quedan dudas de que cerrarás más veces los ojos y dirás y harás cosas que me helarán la sangre”. Naturalmente, Patxi no ha decepcionado. Nunca decepciona. Si acaso, depura su estilo. Su granítica simplicidad.

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